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Boiro Turismo

Arqueología

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Boiro acoge un enorme e interesante legado arqueológico, tanto prehistórico como histórico. La presencia humana más antigua atestiguada en el término municipal son las majestuosas construcciones funerarias pertenecientes a las primeras comunidades productoras, a los primeros ganaderos y campesinos, que se conocen habitualmente con el nombre de túmulos o mámoas, siendo esta última denominación más específica de estas zona, y que hace alusión a la forma de mama que presentan muchos de estas construcciones en el terreno. Las más antiguas pueden tener una antigüedad superior a los 6000 años. Boiro acoge una de las necrópolis tumulares más representativas formada por más de una treintena, entre las cuales destaca las grandes cámaras funerarias de Casota do Páramo, Arca da Barbanza o Casarota do Fusiño.

Con el descubrimiento de los primeros metales, hace algo más de 4000 años, las comunidades prehistóricas del momento comienzan a dejar plasmadas en algunas rocas lo que hoy día consideramos la manifestación artística más genuina e identitaria de la prehistoria gallega: el arte rupestre galaico (a veces denominado como petroglifos, aunque esta es una acepción más amplia y genérica). Esta manifestación artística se desarrolla mediante la técnica del grabado realizadas sobre algunas rocas al aire libre de representaciones varias, tanto realistas como abstratos; destacan por ejemplo las figuras de cérvidos entre las primeras, o de combinaciones circulares entre las segundas. Algunos ejemplos son los grabados de Pedra da Craba en Quinteiro (parroquia de San Vicente de Cespón), o las preciosas combinaciones circulares de Loxo (parroquia de San Andrés de Cures). Existen otros grabados como por ejemplo los petroglifos de San Ramón de Bealo (Laxe da Serpe o Laxe do Agoiro) de gran interés pero posiblemente de origen histórico.  

Conforme avanzamos hacia el presente, entorno a hace aproximadamente algo más de 2500 años, la población que habitan este territorio dejan de ser itinerantes, y se asientan definitivamente en un mismo territorio, y como consecuencia surgen las primeras aldeas permanentes, lo que comúnmente conocemos como castros; de los cuales conservamos más de una decena en Boiro, algunos de extraordinario interés como son los castros de Neixón que fueron declarados bien de interés cultural en 2011, o el reciente descubierto Coto do Espiño en el lugar de Moimenta y que está siendo objeto de investigación.