El Samaín, la festividad celta por excelencia, marcaba el final de las cosechas y el inicio del año nuevo. También la conexión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados fallecidos.
Esta fiesta ancestral ha llegado hasta nuestros días coincidiendo con la víspera de la festividad cristiana de Todos los Santos; y tras la recuperación de algunas antiguas costumbres, como la de vaciar calabazas tallándoles caricaturas grotescas y, colocándoles luego una vela encendida en su interior, espantando así a las brujas y a los espíritus malignos.
Es indiscutible la relación especial que se mantiene en Galicia con la muerte. La Santa Compaña es el mejor ejemplo de esa comunión. Pasados los siglos, la festividad celta de año nuevo es ahora una fiesta llena de diversión y una excusa más para pasarlo bien.
Consulta el programa de actividades en estas fechas.